lunes, 11 de enero de 2010

225.- Consecuencias encontradas

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En la radio de su vehículo daban el estado del tiempo, el de siempre por esas fechas, nieve y frío en el norte. Las curvas a derecha e izquierda se iban sucediendo; ya quedaba poco para alcanzar el punto más alto de aquella carretera que, aunque obscura, era bien conocida por él.

A la salida de una curva, en el centro de la calzada, una figurita blanca, con las orejas tiesas, se quedó como hipnotizada mirando fijamente el haz de luz que le deslumbraba. Ramón no quiso evitar que su instinto de cazador le hiciera mover la palanquita que conectaba las luces largas y que, enderezando el volante, hundiera un poco más el pie en el acelerador.

Metido en una bolsa de plástico, lo colocó sobre el asiento del acompañante y fue en la primera curva de bajada cuando su pieza, entre estertores, dio un salto.

Sus familiares y amigos lloraban desconsoladamente “¡pobre Ramón!...¡maldito conejo!”.
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autor: Agatón Martínez, del blog Barruntadas e imágenes
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10 comentarios:

Anónimo dijo...

El cazador cazado.

Bon conte.

Luguca.

bajoqueta dijo...

Pos si... el caçador caçat...

Gràcies pel conte!

Garbí24 dijo...

No es pot matar per matar. Es més maco fer llums perque marxin, ells també tenen casa seva.

rebaixes dijo...

En l'aparador de la vida mirem... qui sap si per deixar-nos-hi tant sols els diners. Anton.

Elfreelang dijo...

Doncs trobo que li ha estat prou bé ! la venjança legitima del conill! bon conte!

Jordi dijo...

ja li està bé, al caçador!

Marta dijo...

El conill es revenja! Bon conte!

La Meva Perdició dijo...

Interessant, per un cop l'assassí és l'autoestopista i la víctima propiciatoria el conductor! :)

kweilan dijo...

Molt bo! Això sí que és una venjança.

Pilar dijo...

Me ha producido el mismo escalofrío que alguno de los cuentos de Stephen King o la película "El planeta de los simios".
No creo que sea fácil crear el miedo con tan pocas palabras.
Me gustó mucho el cuento, Agatón.