miércoles, 29 de julio de 2009

59.- Adolescencia


Cuando llegó al portal de su casa todavía no sabía lo qué le esperaba arriba.
Su hija estaba sentada en la escalera junto a la puerta. Se dio cuenta inmediatamente de que, simplemente, había olvidado las llaves y, como no era ni sería la última vez y, además, estaba harta de decírselo, se puso furiosa.
La chica estaba allí, con la mochila, enchufada a su MP3 y con ese gesto de indolencia adolescente.
Empezó con los reproches y provocó, sin darse apenas cuenta, los primeros gritos. Luego empezaron los insultos mutuos, los reproches… Siempre era igual. Empezaba a ser una rutina ante la que sentía impotencia, ante la que no se veía capaz de luchar.
De repente, la muchacha se fue hacia la puerta y amenazó con marcharse de casa.
- Pues ahí está la puerta – dijo la madre indignada y desafiante.
Y así fue. Su hija dio un portazo.
Pasaron varias horas y su marido volvió a casa. Cuando preguntó por ella la madre rompió en llanto. No contestaba al móvil, los nervios la reconcomían y, además se sentía culpable por el incidente.
Para colmo, su marido empezó con sus reproches de siempre: tú eres la adulta, ella la adolescente, no puedes ponerte a su altura…
Empezaba a estar harta de la situación, empezaba a estar harta de la falta de apoyo de su pareja, empezaba a estar harta de luchar y darse siempre contra el mismo muro.
Se fue a su habitación en el más absoluto silencio mientras él relataba. Ahora él hablaba por el móvil con su hija. A él si le contestaba, a ella llevaba horas sin hacerlo. Estaba convenciéndola para que volviera a casa. Oía las palabras de siempre: cielo, cariño,…
Ella sacó una vieja bolsa de lo alto del armario y metió algo de ropa interior, unos vaqueros y una chaqueta. Luego se fue al cuarto de baño y cogió lo imprescindible.
Estaba claro ya que la hija volvía a casa.
Sonrió a su marido, dejó las llaves y el móvil en el taquillón, junto a la puerta, y salió despacio, sin dar ningún portazo. Ya había decidido que quien estorbaba era ella.
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autora: Adela Muñoz, del blog Amar el arte
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11 comentarios:

bajoqueta dijo...

Ya te lo dije cuando lo leí, sentí un gran sentimiento de liberación por esta mujer :)

Espero que si vuelve a casa sea en otras condiciones ;)

Gràcias por participar Adela!

Assumpta dijo...

Narras la historia de un modo absolutamente real. Estoy segura de que escenas así se viven cada día y de que son muy duras y difíciles de aguantar.

Lo peor no es la discusión (discusiones constantes) en sí, si no la falta de respeto, los insultos. Nos hemos acostumbrado a permitir eso. Cuando yo era adolescente, jamás me hubiese pasado por la cabeza insultar a mis padres (obviamente, muchas veces no estaba de acuerdo con ellos, claro, pero ¿insultar?)

Hoy en día puedes oír a críos de cinco años insultando a sus madres...

En fin, que me voy del tema jajaja

No obstante, y dicho esto, creo que el padre tiene algo de razón cuando le dice "ella es la adolescente y tu eres la adulta"... aunque también debe ser muy difícil educar a un hijo si ambos progenitores no van de acuerdo como en el relato.

Marta dijo...

Adela, un buen relato! Muy bien narrado y como dice Assumpta, desgraciadamente, real. He visto muchas parejas sufrir por no saber tratar a su hijo/a adolescente, sufrir y distanciarse.

1-B dijo...

Estos padres han malcriado a la niña que seguro que tiene de todo sin merecer nada. El padre sigue haciéndolo y la madre reacciona mal.
Lo veo de difícil arreglo.
Imagino a la niña esta metida en casos de acoso escolar en su colegio.

xaruga dijo...

Sembla quem pel fet de ser adolescents ja tenen bula per a tot. No els importa fer patir, al contrari, sembla que senten un plaer immens en crear angoixa. No m'estranya la decisió de la mare. Quan ja en tens prou de tot, esgarrà les cartes és la sortida. Que l'aguanti el company cada hora del dia i sabrà el pa que s'hi dona. Abans la tirania la execercien els pares. Ara tot s'ha capgirat.

xaruga dijo...

Parece que por el hecho de ser adolescentes ya tienen bula para todo. No les imjporta hacer sufrir, al contrario, parece que sienten un immenso placer en crear congoja. No me extraña la decisión de la madre. Cuando no se aguanta más, romper la baraja és la solución. Quela aguante el marido cada hora del dia i sabrá lo que vale un peine. Antes la tirania la ejercian los padres. Ahora todo se ha vuelto al revés.

Carme Rosanas dijo...

La mujer queda liberada, però los demás también... en estas situaciones complejas, no hay nadie inocente. Todos tienen su parte de responsabilidad en el asunto.

Es ella que empieza con los reproches antes que la hija haya dicho nada...

Estoy con Assumpta que lo peor es la falta de respeto. No deberia dejarse pasar ni una sola vez.

Adela dijo...

Os agradezco a todos vuestros comentarios y especialmente a xaruga, que aunque lo hizo en catalán tuvo la deferencia de traducirlo después (más o menos lo había entendido, pero muchas gracias).
Este tema es el pan nuestro de cada día. La tiranía de los hijos frente a sus padres, la falta de valores. Es cierto que todos somos culpables pero somos víctimas de una sociedad de la cual no nos podemos aislar (como madre, si los padres de los amigos de mi hija se comportan de otro modo, es difícil convencer a la mía de que existen otras posibilidades). El consumismo los vuelve tiranos, la falta de respeto hace que hasta la educación se haya transformado y los profesores quieran ser sus "colegas" en lugar de transmitir algo de autoridad.......pufff perdonadme, es un tema complejo y este comentario sobrepasaría las 365 palabras, jajaja.
Un abrazo a todos

Anónimo dijo...

Bravo por la chica! Y para desdramatizar te traduzco la poesia que hace una rato he colgado en el blog. En 365 contes, se producen estrañas coincidencias.


La madre que no tenia hijos

Una vez hubo una madre con seis hijos e hijas
que eran tan desobedients, tan pesados, tan engorrosos
como sólo lo son los niños y las niñas que no pasan hambre.

Así pasó que el día que la madre no pudo más
los llevó a la casa de los hijos e hijas malcriats.
Se quedó más ancha que larga
y decidió cambiar de oficio, de casa y de nombre.

Desde ese día la conocen como la mujer feliz.

Angle dijo...

Muy buen relato, me ha gustado mucho. Me gustaría pensar que fue luego la hija la que la llamó para que volviera casa.

Anónimo dijo...

Buen relato Adela, desgraciadamente, es cosa cotidiana en cualquier familia, las madres son siempre reiterativas y pesadas... porqué será..? seguramente porque se las oye como el que oye llover y siempre son culpables de casi todo. Triste pero es así.